martes, 3 de junio de 2014

Juan Carlos I, el rey de la democracia

Hoy, día 2 de junio de 2014, el Rey D. Juan Carlos I ha abdicado, cerrándose en esta fecha histórica uno de los reinados de mayor trascendencia y relevancia de nuestra historia, ya que con él se instaura y consolida nuestro actual régimen democrático. Su monarquía representa la transición desde una dictadura a una democracia, pero esta transición, que normalmente suele realizarse mediante la ruptura de la legitimidad, en España se hizo "desde la ley a la ley", convirtiéndose la Monarquía en un instrumento que evitó la quiebra de dicha legitimidad.

Nacido en Roma el 5 de enero de 1938, en plena Guerra Civil, es hijo de D. Juan de Borbón y Battemberg, Conde de Barcelona y heredero de Alfonso XIII, último rey de España anterior a la II República, y de su esposa, Dª Mª de las Mercedes de Borbón-Dos Sicilias y Orleáns. Y como fruto de un pacto entre Franco y D. Juan de Borbón, el joven príncipe se trasladó a España en noviembre de 1948 para iniciar aquí sus estudios a la sombra del Dictador. Era la figura elegida por Franco para que su Régimen continuase tras su muerte. En mayo de 1962 se casó en Atenas con Dª. Sofía de Grecia, hija del Rey de Grecia, y fijaban su residencia en España. De este matrimonio nacerían las infantas Elena y Cristina, y el Príncipe de Asturias, D. Felipe.

En virtud de la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947), Franco nombró a D. Juan Carlos su sucesor a título de rey (1969), nombramiento ratificado por las Cortes Españolas, ante las que el joven príncipe prestaría juramento de guardar y hacer guardar las Leyes Fundamentales del Reino y los principios del Movimiento Nacional, es decir, el ideario franquista. Pero tras la muerte de Franco en noviembre de 1975, se basó en las facultades que dichas leyes le otorgaban para impulsar el cambio de régimen y facilitar el advenimiento de la democracia.  Javier Tusell dice que "representaba una legitimidad democrática de expectativa y al mismo tiempo conservaba una parte del poder constituyente que siempre había tenido Franco en sus manos. Todas estas legitimidades hicieron posible un proceso de transición pausado pero profundo, partiendo de los presupuestos en los que se basaba el régimen franquista".
  
Rey de España desde su nombramiento el 22 de noviembre de 1975, ya en el discurso ante las Cortes franquistas habló de que comenzaba una nueva etapa en la historia de España y de una sociedad libre y moderna que "requiere la participación de todos en los foros de decisión, en los medios de información, en los diversos niveles educativos y en el control de la riqueza nacional. Hacer cada día más cierta y eficaz esa participación debe ser una empresa comunitaria y una tarea de gobierno". Y a partir de ese momento, de la mano de Torcuato Fernández Miranda, fue dando los pasos precisos para pasar de la dictadura a la democracia: primero la sustitución de Arias Navarro, Presidente del Gobierno heredado del Franquismo, por Adolfo Suárez, y, en segundo lugar, el apoyo a la Ley de Reforma Política (1976) que definitivamente hablaba de legalización de partidos políticos y elecciones democráticas.

En mayo de 1977 su padre, el Conde de Barcelona, renunció a sus derechos dinásticos históricos y a la jefatura de la Casa Real en la persona de su hijo. Con esta renuncia se reanudaba la dinastía histórica, y D. Felipe, el hijo varón del Rey, se convertía en heredero de la Corona, asumiendo el título de Príncipe de Asturias. Momento culminante de su reinado fue la aprobación en referéndum por el pueblo español de la Constitución de 1978, Carta Magna de nuestro sistema democrático, que fue promulgada por el Rey el día 27 de diciembre de 1978.

Uno de los momentos más graves del reinado fue el intento de golpe de Estado llevado a cabo el 23 de febrero de 1981, tras la dimisión de Adolfo Suárez y durante la votación de la investidura como Presidente del Gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo. La intervención de Juan Carlos I desautorizando el golpe acabó con la insurrección, que pensaba contar con el apoyo de la Corona, y este hecho contribuyó a aumentar su carisma entre sectores políticos que hasta entonces no eran muy afines a su figura. Solucionado este conflicto, la monarquía quedó definitivamente consolidada y la etapa de la Transición se daba por terminada.

A lo largo de sus 39 años de mandato, y además de los tres Presidentes de Gobierno citados, Carlos Arias Navarro, Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo, han ejercido el poder los presidentes Felipe González (1982-96) del PSOE, José María Aznar (1996-2004) del PP, José Luis Rodríguez Zapatero (2004-11), de nuevo del PSOE, y el actual, Mariano Rajoy, del PP, desde noviembre de 2011. Durante todos estos años España ha pasado a ocupar un lugar de prestigio en el ámbito internacional, ya que la democratización de España ha supuesto también su europeización y homologación con el mundo occidental. Y la figura de D. Juan Carlos ha sido también determinante en este ámbito, convirtiéndose en el gran valedor y digno representante de nuestro país en los distintos foros europeos, hispanoamericanos, occidentales y, en general, mundiales.

El desgaste de su salud (varias intervenciones quirúrgicas en los últimos años), algunos errores cometidos que han dañado sensiblemente su imagen (cacería en Botswana en los peores momentos de la crisis económica), que incluso determinaron que, en un gesto inusitado, llegara a pedir perdón en público, y los escándalos de su familia (caso Nóos, relacionado con su yerno, Iñaki Urdangarín y la infanta Elena) han determinado su abdicación a los 76 años, una fórmula excepcional en la Corona española que en los últimos siglos solo se había efectuado en seis ocasiones. Se abre así un proceso institucional y legislativo, que presumiblemente durará entre cuatro y seis semanas, hasta la proclamación como nuevo Rey de España y nuevo Jefe del Estado español de su hijo el Príncipe de Asturias, D. Felipe de Borbón y Grecia, que reinará con el nombre de Felipe VI.


D Juan Carlos I pasará a la historia como el Rey que, tras la Dictadura franquista de 40 años, inaugura un periodo de duración similar, 39 años, que se han constituido como un período crucial de la España contemporánea en el que su figura ha sido esencial, no sólo para lograr la transición a la democracia, sino para que España vuelva a ocupar un lugar de prestigio en el ámbito internacional.


José Antimo Miravete
Jefe del departamento